EN AUSENCIA DE GUERRA (de Edgardo Cozarinsky), por Juan José Burzi

EN AUSENCIA DE GUERRA
de Edgardo Cozarinsky
Tusquets, 2014
por Juan José Burzi

La literatura argentina ha dado, con diferentes resultados (los más desastrozos) novelas y cuentos donde se trata la problemática de los 70s. Los años de plomo suelen ser edulcorados ideológicamente, por uno u otro "bando", más de lo que la imposible "imparcialidad" permite. Se sabe que todo testimonio (ficcional, o histórico) es político, que la mirada del autor tiene un filtro, una postura. En el libro recientemente editado de Edgardo Cozarinsky, En ausencia de guerra, no se advierte otra postura que el desencanto. Es un buceo en los años del pasado, un trabajo casi detectivesco que nos ofrece la trama para con los 70s y con la condición humana. 

Daniel, el protagonista y narrador es un argentino que, al regresar a París (su lugar de residencia años atrás) se encuentra con una historia que lo retrotrae a los 70s. Una carta y un paquete lo llevan a pensar en una antigua amiga, cuyos hijos habían militado en una organización subversiva en Argentina. Uno de ellos traiciona a su bando (la guerrilla) mediante un arreglo con su suegro, alguien que trabajaba en los servicios de inteligencia, o sea, su supuesto “enemigo”. Fingen un secuestro, y el dinero del mismo va a parar a una cuenta secreta en suiza. 

Es entonces que la historia se divide entre la argentina y suiza, y entran en juego otros personajes, ya en la actualidad. Abogados, un argelino que sabe de la represión por haberla vivido muy de cerca en Argelia, una joven mujer. 

Todos tienen algún fantasma que matar o vengar, en todos, así como en la historia de Daniel, el pasado se entromete con el presente dejando en claro que nunca se terminan de enterrar los errores cometidos en una generación pasada. En esto Cozarinsky obtiene el mayor logro de En ausencia de guerra: contar una historia donde los ideales deberían ser sendas por las cuales se transitó, y sin embargo resultaron ser excusas o mentiras creídas por algunos solamente. Una historia sin “buenos” ni “malos”, sin épica, sin maniqueísmos. Una historia donde el autor, escudado en una escritura sólida y sin fisuras, parece sostener que el sueño se acabó, ni más ni menos. 



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